«ana c. buena» de Valeria Román (Arequipa, 1999) se publicó a fines de marzo de este año, editado por La Balanza Taller Editorial. Tuvo dos presentaciones (una física, otra presencial), unas cuantas reseñas en diarios y medios digitales, y fue clave en la inclusión de la autora en la delegación oficial del Perú para la Feria del Libro de Guadalajara. En relación con sus libros anteriores, «ana c. buena» supone un giro político en la obra de Román, pero sin perder el ímpetu rítmico que caracterizó sus primeras entregas. Para ahondar en las especificidades que operan en «ana c. buena», reunimos, en este especial, los textos de tres críticas que participaron en las presentaciones del poemario: Miluska Benavides, Teresa Cabrera y Belén Gómez de la Torre. Acompañan estas reflexiones una selección de poemas que esperamos puedan dar una imagen general del libro y poner en evidencia las potencias políticas del lenguaje poético.
actos de amor
los actos de amor
tienen efectos materiales, ana,
piensa sino en el curso de los acontecimientos,
en los acontecimientos mismos,
piensa en la belleza
de los cuerpos culturados.
piensa en la constitución de los elementos
ahora acompañándote.
en la tierra que ocupas,
en la materia que constriñe
por efecto de la historia:
lustrosa numerosidad
cuerpos consumidos
de características mujeriles
en nombre del orden
y la satisfacción sacra
bajo estiércol / pisos terrosos uno tras otro
se levantan a la luz de los siglos
y parecen no dejar rastro
hasta la moderna cocina
que te sostiene.
ana, piensa en la labor que te sujeta:
moler ajíes,
picar cebollas,
resolver el estómago que mengua
—los estómagos de otros—
mantenerse espectro
al margen de la sobremesa,
padecer y entregarse al sulfuro vegetal:
lágrimas sazonan efectivamente
10 000 kilos de encebollado.
los actos de amor tienen efectos materiales.
piensa en picar cebollas, ana:
este es un acto de destrucción
¿de qué / o quién?
—excelente pregunta—
a través de los mecanismos de disciplina y entrega,
sudando agreste
capa tras capa del objeto trozado,
desgajarse frente a la necesidad
de ser un cuerpo a disposición:
tu carne también es hedionda
no apesta a otra cosa que no sea trabajo.
he ahí la respuesta,
no podría ser más evidente.
ana,
10 000 kilos de encebollado y coscorrón
jamás saciarán tu hambre
y sin embargo, esta comunión aparece bárbara
mientras las ollas se siguen rascando
mientras tus manos se remojan en las bateas
del desprecio
¿para quién cortas cebollas tú?
ana,
¿pensaste alguna vez en
los límites en los que habitas?
nunca tan marginal, siempre prescindible,
te encuentro ahora llorando
merced de tus modernos utensilios
—cuchillos, cucharones y cucharas /
machetes, cucharitas y tablones—
10 000 kilos de encebollado
no son 10 000 estómagos en potencia
sino
10 000 kilos de literatura
rancia / vaginal
espectros de la historia
refregándose en el lavabo
nadie nunca pensó, ana
en esta tortuosa costumbre
de ser funcional y práctica
para la doméstica doctrina
nadie nunca pensó
que la calidez del corazón,
que constituye al hogar
como el hogar
y a los encebollados
como encebollados
remonta transparente
contra las costillas de esta masa
inútil / fatigada
ana,
¿pensaste tú alguna vez en la fatiga?
los actos de amor
tienen efectos materiales:
mientras picas cebollas,
no hay otro festín
ni sobras del día anterior
que no se sirvan
enteras
de tus entrañas
refriega
friega refriega los rastros del primer orín
de la jornada cargado de amoniaco la mierda
seca extendida a sus anchas y encuentra el brillo
el esplendor de la taza del inodoro. date cuenta,
se asiste a esta clase de experiencia una sola vez
si transcurren los años de adoctrinamiento
y madurez de forma justa de forma adecuada.
drena los pelos arrojados en la rejilla canija
de la ducha. friega refriega rasca pule el óxido
extendido sobre el cromo y descubre la belleza
de los baños coherentes pulcros hasta la siguiente
descarga el siguiente usuario. este momento es tuyo:
entre los vacíos del poder y la rutina estética
y la flexión coital y los deberes con la producción
y el orden de la bota el guante el estropajo este segundo
te pertenece a ti, solo a ti, ana. luego friega refriega
los rastros del agotamiento y no resientas este privilegio
de poseer un solo instante de satisfacción labrado
del hierro de tus puños el hierro de tus artefactos
el plástico de tus escobillones. friega refriega:
repetición y disciplina, caudillesa de la morada
oculta. friega y refriega hasta que en las superficies
cristalino reflejo a la vista y al tacto ni una mancha
se asome siquiera mirar el desgaste de tus manos
una y otra vez.
panfleto #2
verás, el hambre
es un régimen de rigor,
¿qué clase de poemas eres capaz
de escribir sabiendo eso?
innecesariamente largos,
pretenciosos
vacíos entre palabra y palabra
pura estética excremental
no puedes alimentar a nadie
con palabras brillantes
un objeto así de bello
no es posible de comer,
hiere el músculo
muelas y encías sangran
¿dime qué clase de poemas
puedes escribir sabiendo eso?
ninguno cuando digo que
el hambre es un régimen de rigor:
no hay cuerpo que se contente
entregado a la regla de la escasez
y aguante
no hay cuerpo
que resista sin revancha,
la carne no desaparece así nomás
como desaparecen
salivando
sin apetito
tus maravillosos poemas fragantes
verás,
a quienes desaparecen en el régimen
del hambre
los verás,
regresando a sentarse
en el mismo sitio
de la misma mesa
—verás, algún día—
y comerán, no col ni res,
pero comerán
ana sé buena
de ser histórica eres diminutiva, ana
histérica
y es que no hay lugar en esta fiesta
ni presupuesto ni liquidez
rentabilidad 0
son otros tiempos
son tiempos de maravillosa bonanza
fortunas por donde
alcanza la vista del pedestre
¿no lo ves a tu alrededor?
tiempos únicos
tiempos de derrota
y tiempos de miseria
y tiempos de recortes
tiempos de duchas frías
cada 3 días
tiempos de préstamos
tiempos compartidos
tiempos extra no remunerados
fechas de caducidad
tiempos que se prolongan
indefinidamente
temor que se encalla se prolonga
y ocupa las jornadas
completas.
hay formas más convenientes
de convivir complaciente
útil productiva con el temor.
a ti no te interesa, sin embargo
la conveniencia en lo absoluto.
no te interesa, ana
la tranquilidad que en estos tiempos
hemos construido:
engranajes encajados
prodigios de las ingenieras
chorreando el tiempo al tiempo
disciplinas del desperdicio.
a ti no te interesa la extraordinaria
simplicidad de los expertos
ni la apuesta de los equipos técnicos.
gotean las palabras una a una,
soberbias afirmaciones
de la cabeza del proyecto:
hay inversión por el momento
hay grúas desplazándose
acercándonos al futuro.
brillantes charcos de sudor le otorgan
espléndida esperanza a esta
pura fantasía del imperio propio
y la vida modelo.
sin embargo a ti no te moviliza el futuro.
no quieres esta, nuestra paz
y te entiendo, ana.
ya nada te sorprende:
secuenciada la retórica
rutinas impenetrables y rutas
leves respetuosas
¿no es acaso conmovedor?
observas hacerse los ciclos de depresión
y júbilo con detalle en sus súbitas
curvaturas y desbordes y anotas
que en nuestra patria mental
la esperanza se clausura
sin mayores miramientos.
ocupas así el goce de espectar
insatisfecha
de tus murmureos prácticos
líricos
de saberte coherente y articulada
pero eso jamás es suficiente.
nadie sobrevive a estos tiempos
murmurando.
pieza por pieza, se desintegran
las ambiciones
de esta maquinaria,
el ritmo de su fiesta
todo esto es visible
todo esto
es posible de palpar
y si nadie habla al respecto
y si nadie quiere hablar al respecto
grítalo ahora, ana c. buena,
de vocal en vocal
no esperes tranquilidad de otra clase
no esperes quedar intacta
hay cosas que sencillamente
no se pueden decir así nomás
para luego contemplar íntegra,
entera
las jornadas siguientes.
eso ya no es posible
¿no lo ves a tu alrededor?